Los Caballeros de Sierra. Los antecedentes de una identidad profesional.
Por Manuel Rubio Torres. Agente de medio ambiente, capataz forestal y caballero de sierra
Desde siempre, el ser humano ha utilizado en función de sus necesidades los diversos recursos que la naturaleza le ha ofrecido, permitiendo su supervivencia y desarrollo.
Con el objetivo común de regular esos aprovechamientos (maderas, pastos, caza, etc.), en pro de un mejor mantenimiento y conservación del medio que nos rodea, los montes, a lo largo de las diferentes etapas de la historia, se han establecido normas, llámense fueros, pragmáticas, ordenanzas, concordias, leyes, etc. En el año de 1656, en una norma de Felipe IV se advierte: ”Porque no hay lugar bueno sin ellos y ya también porque debemos conservarlos a los venideros como los pasados los conservaron a los presentes”. Desde entonces, en todas estas disposiciones, se contempla la figura de los Guardas de Montes o Caballeros de Sierra, llegando a nuestros días, en Andalucía, con la nominación de Agentes de Medio Ambiente, figura que no solamente ha contribuido al mantenimiento y conservación de los montes, sino que pasan a formar parte de estos de manera activa.
Así en una Concordia otorgada en el año de 1471 por el adelantado de Cazorla don Lope Vázquez de Acuña a las villas de Iznatoraf, Villacarrillo y Villanueva, se dice entre otras:
– El abrir y cerrar de la sierra, también llamado rompimiento de la sierra, se hará por el día de San Juan de cada año.
– Se establece las licencias de paso del ganado para herbajar en la sierra.
– La tala de madera en la sierra, la mitad la cobraran los caballeros de Iznatoraf y la otra mitad restante se la repartirán entre los de Villanueva y Villacarrillo, refiriéndose a los caballeros de sierra.
En 1518, en la Pragmática de Doña Juana y Don Carlos dada en Zaragoza a los procuradores del Reino en Cortes, motivada por el desorden notable de deterioro y destrucción de los montes, para que se planten robles, encinas y pinos, que se guarden y conserven los existentes; que se nombren guardas para que los guarden, pagados por los propios, sisa o repartimiento.
Otras reseñas en relación a los guardas o caballeros de sierra, existentes en la que hoy es, Sierra de Las Villas, data de la segunda mitad del siglo XVI. Carta con fecha 2 de febrero de 1568, de el rey Felipe II al adelantado de Cazorla, para que le informe de la situación en la cual se encuentran los pueblos de las villas (Iznatoraf, Villanueva y Villacarrillo), nos informa que dichas villas, “tienen sus términos indivisos y los pastos comunes, que tienen y usan jurisdicción hábil y criminal alta, ponen guardas que por otro nombre llaman caballeros de sierra……. Y ponen cada una de las dichas villas sus guardas en los dichos términos…… Iznatorafe y Villacarrillo dos guardas cada una y Villanueva un guarda”.
En una querella del 26 de julio de 1571, contra las autoridades de Iznatoraf, se identifican a dos caballeros de sierra como testigos en el procedimiento. Juan Garrido, vecino de Villanueva, dice que el año pasado fue caballero de sierra en esta villa, y que comenzó a denunciar a Diego Vaca porque sus ganados se comían las mieses de las tierras de este término. Miguel de Velasco, caballero de sierra, dice que tiene denunciado más de 20 veces a Diego Vaca. Que hará un año lo halló este testigo cortando fresnos y robles en la sierra, y que tenía cortados muchos robles por resmas, y quiso prenderlo por ser del Rey la tierra. Lo cual nos indica que la jurisdicción de los caballeros de sierra, eran tanto en los montes como en lo que solemos llamar la campiña, cosa que no difiere en la actualidad.
En las Ordenanzas del común de la villa de Segura y su tierra de 1580, se recogen diferentes condiciones y aspectos que los caballeros de sierra debían reunir y cumplir.
La Real ordenanza de 7 de diciembre de 1748 para el aumento y conservación de montes y plantíos, recoge instrucciones para la realización de los plantíos, referente a la cuantía por cada vecino, especies a emplear y fechas de ejecución. Así como también, establece que el concejo de cada pueblo tenía que nombrar cada año un guarda de monte «persona de buena opinión, forma y costumbre».
Son numerosos los antecedentes históricos, que hacen referencia a los guardas forestales (denominación por la que también se les conoce y que ya pocas veces se emplea), todas ellas relacionadas directamente con la conservación y mantenimiento de nuestros montes, nuestra Sierra Soberana, siendo a mi juicio un elemento principal de esta y por medio de la cual se identifica.
Foto. Guardas Forestales en la Nava de San Pedro (1920). Enrique Mackay.
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